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Foto del escritorEdu Gajardo

Exploración minera en Mendoza: para no cometer los mismos errores 19 años después

La aprobación de los 34 proyectos de exploración de Malargüe Distrito Minero Occidental no es el primer intento para que haya desarrollo minero en Mendoza. Los errores cometidos siguen pasando la cuenta.

Pör Edu Gajardo

Una cuestión que hay que reconocer de la misión mendocina que fue al PDAC 2005 en Canadá, encabezada por el geólogo Carlos Monjo (actualmente empujando el proyecto Calcatreu), es que fueron en el momento justo en que el precio del cobre comenzó a crecer de manera sostenida. De hecho, el profesional destacó en alguna conversación con Mendoza Minera que por esos años los especialistas ya veían venir lo que hoy es un realidad, la importancia de los minerales críticos.


En un gráfico con el precio del cobre en los últimos 25 años, podemos ver cómo justamente en marzo de 2005 la curva comienza a subir desde los US$1, 39. Una historia de idas y vueltas hasta romper el techo de los US$5 en mayo de este año. Hoy, con un precio de US$4, Mendoza vuelve a sumar un mayor volumen de exploración por el impulso de la gestión de Alfredo Cornejo, pero aún arrastrando la herencia que dejó el 2007, la Ley 7.722.


Por eso, este nuevo impulso exploratorio es muy distinto, ya que vino desde una gestión política concreta que fue la creación de Malargüe Distrito Minero Occidental, cuyo objetivo fue con un mayor volumen de exploración, pero cumpliendo con el aval político que exige la normativa vigente.


Curiosamente, a pesar de los años y las diferencias normativas, hay cuestiones que parecen similares, y que Mendoza no debe repetir para no volver a frenar el desarrollo minero.


En 2005, cuando la misión mendocina viajó a Canadá los inversores vinieran motivados porque que en esos momentos -tal como ahora- era una zona subexplorada. Desde esa gestión, que tenía como gobernador a Julio Cobos, también impulsaban el desarrollo de la exploración. El objetivo era el mismo de la actualidad, confirmar el volumen real de cobre existe en Mendoza, dejar de hablar de potencial, y confirmar es posible que alguno de estas exploraciones tenga buenos resultados que permitan desarrollar una mina.


Sin 7.722, a medida que llegaron los inversores comenzaron a organizarse los grupos antimineros y los sectores productivos que se oponían a la actividad. Se iniciaron las movilizaciones y el Gobierno de Mendoza comenzó a ceder ante la presión, a pesar que habían sido ellos mismos los que fueron a buscar a las empresas. De hecho, y a diferencia de otros lugares del mundo, no sólo había empresas junior en Mendoza, sino que también firmas como Anglo American, que miró para este lado de la cordillera después de adqurir Los Bronces en Chile.


Sin embargo, la gestión de Julio Cobos cedió ante las presiones y avanzó con la ampliación de la Reserva de la Laguna del Diamante, a través de la Ley 7.422. Allí se frenó cualquier tipo de desarrollo minero en -quizás- la zona con mayor potencial de toda la provincia. Justamente, frente a la mina de El Teniente en Chile. Luego, la historia conocida de protestas, cortes y presiones que terminaron con la creación de la Ley 7.722.


Hoy, en medio del impulso minero vuelven a aparecer los grupos antimineros impulsando áreas protegidas que tienen como único objetivo el freno de proyectos mineros o de cualquier posible exploración. También surgen los avisos de amparos judiciales, algo que se preveía que puede suceder. En ese contexto, es relevante ver el panorama y las consecuencias que tuvieron las decisiones que se tomaron en un escenario similar pero 19 años atrás.


En 2005, cuando se viajó a Canadá era el momento correcto. El tiempo y las cifras confirmaron que era el instante en que comenzaba a cambiar el panorama de la minería del cobre a nivel mundial. Las decisiones de los dirigentes políticos de esos años frenaron el desarrollo minero cuprífero en Mendoza, justamente cuando el mundo comenzaba a pensar en el cobre como un mineral crítico.


Para suerte de Mendoza, hay una nueva ventana de oportunidad a partir de la necesidad de cambio de la matriz energética. Sin embargo, alrededor de las intenciones de desarrollo minero vuelven a aparecer los mismos argumentos y acciones que lograron frenar todo, exactamente los mismos argumentos que se usaron en la gestión de Cobos. Hoy, todas las señales políticas apuntan a ir adelante y no ceder a la presión sobre la política, que a medida que avancen los proyectos seguramente crecerá.


Por eso, está en la dirigencia política, y principalmente en los mismos mendocinos, analizar las decisiones del pasado y ver dónde estamos gracias a ellas. Eso, porque tenemos en el horizonte la opción no sólo de apostar a la exploración, sino también a los proyectos que pueden poner a Mendoza a la cabeza de la producción de cobre en el país y en el mundo.


Recordemos para no cometer los mismos errores que cometimos hace 19 años y apostemos por el desarrollo minero en todos los frentes posibles que tiene y que podría tener Mendoza en el futuro.

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